IV.- "GRANDE DE ESPAÑA, DINERO GRANDE"

Difícilmente podríamos llegar a entender lo que los Torre Arias supusieron en la España de principios del siglo XX si no analizamos un poco la vida de Ildefonso Pérez de Guzmán el Bueno y Gordón, VI Conde de Torre Arias, a quien podríamos llamar "el patriarca" .
Ildefonso nació en Madrid el 24 de marzo de 1862 fruto del matrimonio de Enrique-Eduardo Pérez de Guzmán el Bueno y Gallego y María de la Concepción de Gordon y Golfín de Carvajal, V Condesa de Torre Arias y VIII Marquesa de Santa Marta.

Imaginamos una infancia y primera juventud, de la que apenas se tienen noticias concretas, con estancias en Madrid alternadas con otras en las numerosas fincas de la familia. Sabemos que estudió Leyes en la Universidad de Madrid y que desde sus primeros años fue un gran aficionado a todo lo relacionado con los caballos y la equitación, fruto entre otras cosas de la circunstancia de que el Palacio de Santa Marta, en la calle de San Bernardo de Madrid, disponia de cuadras y picadero propio situados en las traseras del palacio, en lo que hoy son los edificios de la calle Daoíz, numeros 3 y 5, este último todavía hoy propiedad de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.

Así llegamos a 1887, año en que Ildefonso contrae matrimonio con María Dolores de Salabert y Arteaga. Se unían así dos dinastías que se complementaban admirablemente.
Una de ellas aporta auténtica "esencia" nobiliaria a través de los apellidos Gordón y Golfín de Carvajal, al parecer con origen en el propio Cristóbal Colón, una dinastía de importantísimos terratenientes -sobre todo en Extremadura- pero quizás un poco "provinciana" y sin brillo en la corte, posiblemente por el republicanismo y pertenencia a la masonería del cabeza de familia, como unas líneas más abajo pasamos a comentar.
La novia, María Dolores aporta a su vez el "brillo cortesano" de los Salabert, a través de sus conexiones con la casa de Medinaceli y las estirpes de Torrecilla y Santo Mauro "creme de la creme" por entonces en la casposa corte monárquica madrileña de finales del XIX y principios del XX.
Aprovechamos aquí para hacer un pequeño apunte acerca de la personalidad del padre de Ildefonso.
Enrique-Eduardo Pérez de Guzmán el Bueno y Gallego, aunque hijo del conde de Villamanrique de la Condesa (se decía descendiente del héroe de Tarifa Alonso Pérez de Guzmán) no tenía título nobiliario alguno, usando el de Marqués de Santa Marta como consorte de su esposa María de la Concepción, real detentadora del mismo.
Periodista, de tendencia política republicana-federalista, ocupó durante muchas legislaturas plaza de senador fundamentalmente por la provincia de Cáceres. Sólidamente asentado en la sociedad madrileña de finales del XIX, nunca fue bien visto en la Corte por su pertenencia a la masonería en la que ingresó tardiamente, si bien su rapido ascenso fue asombrosamente sospechoso llegando a alcanzar el grado de Soberano Gran Maestre del Gran Consejo General Ibérico entre los años de 1890 y 1893.
De este matrimonio nacerían tres hijos: María Luisa, la primogénita, que en su día casaría con el Duque de Valencia, Ildefoso -nuestro protagonista- y Enriqueta, que murió siendo muy joven.
Ildefonso es elegido por primera vez senador por la provincia de Cáceres en la Elección General celebrada el 30 de abril de 1899 entre los que se presentaron y cumplian las condiciones requeridas para ello, expresadas en el párrafo 11 del árticulo 22 de la Constitución de 1876. Causa asombro, hoy en día, el leer cuales eran aquellas condiciones:

"Los que con dos años de antelación posean una renta anual de 20.000 pesetas o paguen 4.000 pesetas por contribuciones directas al Tesoro público, siempre que además sean títulos del Reino, hayan sido Diputados a Cortes, diputados provinciales o alcaldes en capital de provincia o en pueblos de más de 20.000 almas."

Pero para evitar tener que someterse a estas incómodas y periódicas elecciones (aunque la elección estaba garantizada por el clientelismo reinante en el medio rural en aquella época), con su consiguiente presentación de documentos y evaluaciones económicas requeridas por la Constitución, decide dar los pasos necesarios para ser senador por derecho propio:
¿Que es necesario para ello?: Tener la Grandeza de España y renta garantizada de 60.000 pesetas anuales.

En el tríptico sobre estas líneas podemos ver la ficha en Senado del VI Conde de Torre Arias, la Corona de la Grandeza de España y las primeras líneas del título de concesión de la Grandeza de España al Conde y a la casa de Torre Arias, por parte de S.M. El Rey Don Alfonso XIII.

Activadas las oportunas influencias en una Corte en la que ya se mueve como pez en el agua, en abril del año 1910 obtiene la deseada distinción del Rey, el cual "dando una prueba de Mi Real aprecio a…. " colma los deseos de nuestro protagonista.
Este evanescente argumento de "Mi Real aprecio" nos muestra cómo funcionaba la España de principios del siglo XX, de cómo se conseguían honores y títulos sin la más mínima justificación y de como más allá de los valores profesionales y personales del individuo toda la estructura de las altas escalas sociales se basaba en el juego de simples interesas familiares, de mantenimiento de poder y privilegios… y de dinero…
De dinero…
Cuarenta mil pesetas de aquella época es lo que había que pagar de tasas por la concesión de la Grandeza. Pero al fin y al cabo esto no es gran cosa…
No es gran cosa; en el año 1910 un catedrático de universidad ganaba unas 3.500 pesetas al año, el salario mensual de una buena cocinera era de 60 pesetas al mes, el de una niñera o "nanny" unas 20 o 25 pesetas al mes. Sabemos que Ildefonso a la muerte de su madre (evaluado por las certificaciones necesarias para ser senador) hereda al menos tres millones novecientas mil pesetas en pleno dominio y novecientas mil pesetas en nuda propiedad. Una autentica fortuna para le época.
Cuarenta mil pesetas… no es gran cosa.
En la imagen sobre estas líneas (que puede ampliar a PDF simplemente pulsando sobre ella) se reproduce la Carta de Pago por las tasas correspondientes a la expedición de la Grandeza de España.
En el ínterin han ido naciendo los hijos. Primero Alfonso -en 1890-, después Narciso -en 1892-, por último la benjamina María Concepción -en 1896- la auténtica "joya de la corona".
Es sin duda a partir de 1910 cuando llega el máximo esplendor para la familia Torre Arias. Brillan en Palacio, brillan en todo tipo de fiestas aristocráticas, en todo tipo de cacerías, en los largos veraneos en Biarritz y San Sebastián y de forma muy especial en el Hipódromo de la Zarzuela, donde los potros, yeguas y caballos de la cuadra "Torre Arias" son un fijo entre los triunfadores dominicales.
Al respecto incluimos aquí la portada del ABC de fecha 5 de mayo de 1913 en donde se da cuenta de uno de esos importantes triunfos.
(puede contemplarla en mayor tamaño, en PDF, simplemente pulsando sobre la imagen).

Por otra parte hay que ir buscando novio a la benjamina; el tema no va a ser difícil dada su belleza y encanto. Muchos pretendientes son desechados; no basta aristocracia, o dinero, o incluso ambas cosas a la vez, ahora queremos algo más.
Es por ello que la "Quinta de Canillejas", anterior propiedad de la marquesa de Bedmar y propiedad ahora de la familia, desde 1887, pasa a ser "La Quinta Torre Arias". Seguro que cualquier interesado en estos temas conoce ya la descripción de la Quinta según el reportaje de "Mundo Gráfico" de septiembre de 1912, pero no nos resistimos a reproducir aquí alguno de sus párrafos:
"La Quinta" es una posesión magnífica, con extenso campo, poblada de árboles y embellecida con elegante jardín. Semejante a las casas de campo inglesas, haría un papel airoso en los alrededores de Londres. Los condes de Torre Arias suelen pasar en la finca las temporadas de primavera. La casa, construida de ladrillo, es elegante y espaciosa.
En su interior está decorada y amueblada con el arte y el buen gusto que caracteriza a sus ilustres propietarios. Es muy hermoso el salón de baile, que no tardará en inaugurarse con alguna gran fiesta. Muy elegante y lindo también el saloncito del piso bajo, donde los condes obsequian a sus amigos con el té.
En el centro del palacio hay un espléndido patio con jardín. Cerca de la casa hay un magnífico campo de "tennis", donde casi todas las tardes de primavera se juegan animadas partidas."
¿Es quizás en uno de estos partidos de "tennis", en los que la jovencísima María Concepción luce como experta jugadora, donde salta la chispa amorosa?
Bien podría ser. Y el pretendiente goza de todos los convenientes atributos: juventud, buena presencia, nobleza, posición social… prácticamente todo lo buscado. ¿Quién es él?
Él es Luis de Figueroa y Alonso-Martínez, Conde de la Dehesa de Velayos, hijo primogénito y heredero del primer Conde de Romanones, Álvaro de Figueroa y Torres, el "factótum" de la Corte.
El título de La Dehesa de Velayos había caído en desuso, pero fue convenientemente rehabilitado por el Conde de Romanones en 1914 para dar mayor lustre a su primogénito. Al fin y al cabo su antigüedad databa del año 1709 y por tanto tenía más "caché" nobiliario que el mismo título del Condado de Romanones, una merced reciente otorgada por la Reina Regente María Cristina en el año de 1893.
Casualmente el Rey Alfonso XIII concedió la Grandeza de España al citado título el 14 de abril de 1910, a la vez que a su futuro consuegro el Torre Arias. Y qué fecha…. 14 de abril...
Sólo hay que esperar 21 años para contemplar otras cosas. Otras muy distintas cosas.
La boda, de la que incluimos a la derecha una foto tomada durante la firma de los testigos en la Iglesia de San Fermín de los Navarros, se celebró el 29 de junio de 1914 y fue todo un acontecimiento aristocrático y cortesano del que ya habrá tiempo de hablar con más detalles en otro de los elemento previstos en el desarrollo de esta WEB.
(la imagen puede verse a mayor tamaño simplemente pulsando sobre la propia fotografía)
Por estas fechas el Conde de Torre Arias empieza a acariciar la idea de construirse una casa palaciega en Madrid. La familia es poseedora del antiguo palacio de Santa Marta, en la calle de San Bernardo (de hecho es allí donde se celebra el banquete de la boda de María Concepción), pero el inmueble no reúne ya las comodidades exigibles para la época y además está situado en una zona urbana que ya "no se lleva" entre la aristocracia.
Ahora las casas palacio se ubican en las proximidades del Paseo de la Castellana o en alguna de las calles que la cruzan como el Paseo del Cisne (actual Eduardo Dato) o el Paseo del general Martínez Campos.
Se da la circunstancia de que el Conde es muy amigo del prestigioso arquitecto y urbanista Cesar Cort Botí, propietario de la Quinta de los Molinos, situada en la inmediata proximidad de la Quinta Torre Arias, en la madrileña zona de Canillejas. El conde solicita a Cesar Cort que le redacte un proyecto para la construcción de la casa palacio y de tres pisos de alto nivel -de más de 600 m2- para cada uno de sus hijos, Alfonso, Narciso y María Concepción.
Pronto encuentra terrenos para ello: en el Paso del General Martínez Campos, antiguos números 21 y 23, hoy 25 y 27. Dos magníficos solares a ambos lados de la intersección del citado Paseo con la calle Fernández de la Hoz y que podemos contemplar en una fotografía actual. El edificio de la derecha es la casa-palacio y fue terminado de construir en 1925, el de la izquierda, de tres alturas era el destinado a las viviendas de los hijos siendo acabado ya en 1931, año de advenimiento de la II República.
La casa-palacio está hoy destinado al alquiler para organismos oficiales. El de viviendas, a la izquierda, fue utilizado por la familia a partir de la finalización de la Guerra Civil. Allí, en su planta tercera, vivieron y murieron la esposa de nuestro protagonista, María Dolores Salabert, el VII Conde Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno y Salabert y finalmente su hija Tatiana, la última condesa.
El edificio alberga hoy los locales de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno así como las oficinas del Grupo Tirema, sociedad encargada de la gestión -día a día- de los fondos de la Fundación.
Aunque ambos edificios se terminaron de construir exitosamente nunca llegarían a cumplir completamente con su pretendido destino, por las circunstancias que pronto comentaremos.
No queremos dejar la ocasión de hacer aquí un breve apunte acerca del arquitecto Cesar Cort Botí, gran amigo del VI Conde de Torre Arias, a pesar de su notable diferencia de edad, pues Cort nació -en Alicante- en el año 1893 mientras que el Conde lo había hecho en 1862.
La Quinta de los Molinos y La Quinta de Torre Arias tienen el mismo origen, son geográficamente hermanas y algunas de las circunstancias por las que ambas han pasado tienen una profunda relación o similitud. Además el simple hecho de ser el arquitecto de los dos edificios palaciegos de la familia, en el Paseo del General Martínez Campos de Madrid, hace que su persona merezca toda nuestra curiosidad. Será porque hay historias en la que los edificios donde viven las personas tienen tanto protagonismo, a veces más, que las propias personas que viven esas historias.
Como cuando hay algo bien escrito no tiene mucho sentido intentar mejorarlo remitimos al lector interesado al artículo que sobre Cesar Cort publicó el diario El País el día 2 de marzo de 2012, el año de la muerte de Tatiana, última condesa de Torre Arias por línea directa. Su dirección en la WEB es:

https://elpais.com/ccaa/2012/03/02/madrid/1330724163_041401.html
Quizás el año de 1918 debía marcar el zenit de la familia. La I Guerra Mundial termina y una Europa hambrienta hace que los precios de los productos agrícolas se disparen en el mercado internacional, con lo que ello lleva de beneficio a los grandes terratenientes agrícolas; Concepción que ya ha sido madre de su primera hija Isabel -futura Duquesa de Tamames- está esperando su segundo hijo Luis -que será en su día III Conde de Romanones, magnífico pintor abstracto y que casará con Aline Griffith "la condesa espía".

Pero tras las espléndidas luces llegan las profundas sombras que se abaten sobre la familia en una acelerada e imparable sucesión que terminará trágicamente el 24 de julio de 1936.

Así:

*** En los inicios de este año de 1918 el hijo mayor y futuro heredero, Alfonso, deja embarazada a la niñera de su hermana, provocando un escándalo en la Corte. La pareja y el niño tienen que ser alejados a San Sebastián, en tanto se intenta arreglar la situación y recabar los pertinentes permisos reales para una "boda" de compromiso. De todo ello ya se ha dado cuenta en otra de las entradas de esta WEB "el hijo de la nanny".

*** En enero de 1922 muere el segundo hijo, Narciso, en la Guerra de África y en dramáticas circunstancias que también han sido aquí narradas en la entrada "¿Narciso, héroe o cobarde?".
*** El 18 de junio de 1927 Concepción, la benjamina, muere en accidente de circulación al estrellarse el coche que ella misma conducía contra un árbol, en las cercanías de Briviesca en la provincia de Burgos, dejando tres niños huérfanos: Isabel, Luis y Casilda de 11, 9 y 7 años Reproducimos, sobre estas líneas, la nota de prensa informando del hecho.

*** El 30 de julio de 1929 el viudo de Concepción, Luis de Figueroa, hijo de Romanones, contrae nuevo matrimonio con Blanca de Borbón y León solo dos años después de la muerte de su primera esposa. Este rápido segundo matrimonio, celebrado casi en el aniversario de la hija deteriora al máximo la relación entre las familias Torre Arias y Romanones. Los tres huérfanos pasan a vivir con sus abuelos en la casa palacio de Martínez Campos, ya habitada por la familia en esas fechas.

***14 de abril de 1931. Se proclama la II República con lo que ello significa en la desaparición de los seculares y enormes privilegios de los que durante siglos había gozado la nobleza.

*** En septiembre de 1932 se promulga la Ley de Reforma Agraria que llevaría a la expropiación a la familia Torre Arias de un total cercano a las 14.000 hectáreas de fincas rústicas. Los Torre Arias fueron una de las 10 familias aristocráticas con mayor extensión de terreno expropiado.

*** En el verano de 1934 son incautadas numerosas obras de pintura, las más valiosas, de las que poseía la familia y que se encontraban en la casa palacio del Paseo del General Martínez Campos.

*** Al iniciarse la guerra civil, el 17 de julio de 1936, el Conde de Torre Arias optó por abandonar su domicilio y trasladarse al Hotel Palace, con el fin de protegerse de grupos de izquierdistas descontrolados.
El día 24 de ese mismo mes, cuando se disponía coger el tranvía de la línea 8 que discurría a lo largo del Paseo de la Castellana, en compañía de su mujer y del Doctor Antonio Ferratges Tarrida (amigo personal y médico de la Sanidad Militar que había pertenecido a la Casa del Rey Alfonso XIII), al parecer para dirigirse a su domicilio habitual, un grupo marxista le pidió la documentación y, al exhibir su cédula personal, se lo llevaron detenido en un automóvil. Su cadáver apareció al día siguiente al borde de una de las avenidas de la Ciudad Universitaria, en el distrito de Moncloa.




La imagen de miniaturas que aparece sobre estas líneas puede verse en mayor tamaño, en PDF, simplemente pulsando sobre ella y así encontraremos:

El certificado de defunción del VI Conde de Torre Arias, Ildefonso Pérez de Guzmán el Bueno y Gordón, nuestro protagonista, que tenía al morir una edad de 74 años, no 75. En él, en los apartados "a consecuencia de ……" y "de resultas de ..…." están conveniente vacíos. Nadie se atrevió a escribir la causa real…. "asesinado por arma de fuego".

El Conde murió sin haber dictado testamento, como certifica el Registro General de Actos de Ultima Voluntad. Extraña circunstancia en una persona que en vida manejó tantos dineros. Quizás de ello se derivaron ciertas dificultades, después de la guerra civil, en la división de la herencia entre las dos ramas de la familia que seguían vigentes.

Lógicamente, con Madrid en pleno asedio al inicio de la guerra civil, no se publicaron noticias de su muerte ni esquelas. La que aquí acompañamos es ya sólo un recordatorio de su aniversario, aparecida en el diario ABC en el verano de 1950.

Y para terminar la esquela de su viuda María de los Dolores Salabert y Arteaga, madre de Narciso, madre de María Concepción, abuela de Alfonso, que falleció en Madrid en el invierno de 1942.

Tras su muerte sólo quedan, en la dinastía Torre Arias, casi invisibles entre las profundas sombras que generaron aquellas luces tan brillantes, solo quedan un conde gris sobre fondo oscuro y la nada evanescente de una futura condesa.

"Wo viel Licht, ist starker Schatten"